lunes, 4 de abril de 2011

Cine platino

Los fines de semana en otro lugar se convierten siempre en una incógnita. Los puedes aprovechar para viajar (aunque sola en este país no es muy recomendable), para trabajar (veáse la entrada de las persianas) o para imitar lo que podría ser un fin de semana en Orense, Coruña, Madrid o Génova. He evitado el aburrimiento y el trabajo enclaustrada para no acabar escribiendo sobre el bidé. Así que el viernes por la noche acepté una invitación para ir al cine. Mi primer cine en México. En estas circunstancias hubiera aceptado cualquier oferta, desde mariachis, hasta jazz o lucha libre, todo con tal de relacionarme con gente al margen de la universidad. Lo del cine me provocaba curiosidad porque en cada país hay costumbres diferentes. En Italia, por ejemplo, sigue habiendo descanso en mitad de la película, como en la España de hace treinta años cuando salíamos al bar a comprar pipas y sugus. ¿Cómo sería en México?

Obviamente, fuimos a un multicines de un enorme centro comercial, como en cualquier ciudad europea. Pero existen dos tipos de salas. Las habituales (que todos conocemos) y las platino. ¿Y qué es eso de función platino? Bueno, pues una sala en la que las butacas son cómodos sillones que se reclinan hasta casi hacerse camas y con mesitas al lado. Es decir, como si estuviera en la primera de un avión. Con camareros que te ofrecen comida (nachos, sushi, tacos, patatas fritas, sandwich) o bebida (martinis, tequilas, ron, etc.) ¿Precio? 7 euros (con los gastos de alimentación al margen)

La verdad es que al principio te quedas boquiabierta al ver semejantes comodidades. Lujazo a todo dar. Pero pensando en alguno de vosotros le vi un inconveniente: ruidos y olores. Desde el que muerde el nacho hasta el que se puede dormir (y roncar) por lo mullido del sofá. Desde el que come sushi (con olor a pescado) al que engulle patatas fritas con salsas picantes. Si eres de los puristas que no hablas NADA en el cine, que te concentras al máximo, estas salas no son para ti. Si, en cambio, te lo tomas como una imitación de tu sala de estar, con sillón y picoteo incorporado, es un gran invento, y nada caro, comparado con los precios españoles e italianos.

Otra diferencia: el doblaje. Aquí las películas (al menos las estadounidenses), no se doblan, sólo se incluyen subtítulos en la versión original. He ahí el porqué ellos dicen "googuel" mientras cualquier españolito de a pie dice "guguel".


En cuanto a la peli, fui a ver "La otra familia", film mexicano sobre el mundo gay, basado en un hecho real. Bastante dura, sobre todo en este país, en el que la comunidad homosexual no está muy integrada.

4 comentarios:

  1. Hace treinta años tú tomarías potitos bledine en los descansos XD

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  2. Uy, gracias por el piropo ;-) Pero no, te prometo que me acuerdo de ver Bambi en el cine Avenida de Orense hace treinta años.

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  3. ¡Quiero ir a una sala platino!! ¿Me llevas?? :-)

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  4. Vale...tú ganas. Vete diciéndome el menú ;-)

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