miércoles, 13 de abril de 2011

La Merced

Hoy acompañé a una persona a La Merced a hacer unos recados porque está a punto de abrir un restaurante pequeñito. Qué es La Merced? Pues el mercado más grande México.
Allí me fui tras la advertencia de que no era un lugar recomendable, que me quitara todas las joyas, que no llevara bolso y que fuera vestida con la ropa más sport posible.
Pero no imaginéis una plaza de abastos, si no un mercado de todo, TODO, todo. Desde juguetes, hasta pasteles, desde verduras hasta cestos y cerámica, desde disfraces hasta ollas y tenedores, desde todo tipo de recipientes de plástico hasta monos o tigres, desde cocinas hasta brujería. Ay, sí, brujería. Estuve unas tres horas y vi una décima parte. Una ciudad sin límites como esta es obvio que necesita un mercado descomunal. Sólo podía existir aquí porque en Europa la pesada y aburrida normativa de la UE hubiera prohibido TODO. Los productos de juegos no cumplen ninguna prueba de seguridad, ni la carne ni los quesos están en neveras, los animales vivos no tienen ningún control veterinario. Tampoco hay que rasgarse las vestiduras. Nada de eso me llama mucho la atención porque era la situación de España hace unas décadas. ¿O la UE permitiría el juego de la goma o las chapas hoy en día? Lo que más me impactó fue el apartado de brujería (unos 500 metros cuadrados). La gente que me conoce sabe que me impresiona bastante (es decir, que nunca he visto una peli de Freddy Krueger porque me muero de miedo). Bueno, pues ahí estaba yo delante de todas las figuras de la Santa Muerte, de Malverde (el santo de los narcos), de hierbas e inciensos de mil tipos para toda clase de males (desde para quemar grasas, hasta la diabetes o desengancharse de la droga), de animales muertos como víboras, armadillos y otros que no sé ni qué eran. Y obviamente te ofrecen servicios. Preguntamos por "las limpias" y nos aconsejaron a doña Lupe. Allá nos fuimos y en un puesto de seis metros cuadrados había cinco personas a la cola. Como mi acompañante no era fanática, se fue al puesto de enfrente y "se hizo una limpia" por 3 euros. El huevo salió intacto, así que no tenía mal de ojo. Yo miraba callada e impávida todo. La gente compraba muñecos para hacer brujería y clavar alfileres. Ya sé que vengo de la tierra de las meigas, pero esto está a otro nivel. Nada que ver con San Andrés de Teixido. De lo impresionada que estoy, me he quedado sin opinión. No sé si es bueno o malo. Si es prueba de ignorancia o de riqueza cultural. Si lo deben prohibir o si lo deberían fomentar como patrimonio inmaterial de la Humanidad. En fin, que a ver si reacciono par seguir con el blog.

7 comentarios:

  1. Qué locura!! Lo de la Santa Muerte me da un mal rollo que no veas, pero cómo puedo evitar comprar un incienso que quema grasas??? :-)...Me parece que hay otro sitio adonde quiero ir...

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  2. Jaaa, jaaa, jaa
    La próxima vez vete con disfraz de Santa Compaña.

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  3. Ale, adónde quieres ir? oye, no cuentes cosas indecentes en público...
    PUes mira TNZ, no había caído yo en lo de la Santa Compaña, tienes razón: la Santa Compaña contra la Santa Muerte...

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  4. Pues yo, en tu fantástico mercado, he descubierto una fruta que me encanta; por su secreto. El de las naranjas... ¡Es justo el tipo de poesía que me gusta! Me parece que voy a tener que buscar sus libros. ¿Me pasas más secretos de esa fruta por mail?

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  5. Anilla, ya te mando un mail. Besotes

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  6. Non hai por que dividir todo entre bo ou malo... Hai un mundo entre eles.

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  7. M.C., pero pódese valorar. Nese caso quedeime sen opinión. Bueno, agora teñoa, é bo e malo o mesmo tempo. Daría para moito e non é plan de encher todo aquí. Xa falaremos a catro ollos.

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