En muchos países de América Latina se llama gallegos a cualquier persona procedente de España, sea ésta de Murcia, Castellón, Cáceres o Lugo. En México, no, se llama gallegos a los oriundos o descendientes de Galicia.
Desde que uno pisa territorio mexicano y confiesa su origen gallego, se topa con una sonrisa pilla en el rostro de su interlocutor ¿Por qué? Bueno, pues porque aquí circulan desde hace años todos los chistes de Lepe, pero aplicados a gallegos.
- ¿Por qué los gallegos plantan cebollas en las carreteras? Porque son buenas para la circulación.
- ¿Por qué ponen hielos al lado del video? Para congelar la imagen.
Y de ahí, hasta el infinito. Hasta en la radio, en un programa de deportes, escuché este supuesto diálogo entre dos gallegos: Maruja ¿Dónde está el champú? Pues ahí, en el baño. No, aquí hay uno que pone que es para cabellos secos y el mío ya está mojado.
Hay quien se ofende al escucharlos, pero yo me río (aunque son extremadamente malos) porque, sinceramente, no me siento aludida para nada.
En todos se describe al gallego como ser rudo, ingenuo, con pocas luces y paleto. Y en realidad es probable que hubiera muchos así cuando llegaron aquí de una Galicia rural sin agua corriente ni luz, sin estudios y cargados de sueños.
Pero a esos adjetivos hay que añadir otro que pocos reconocen. La semana pasada un catedrático de la UNAM me contó este chiste:
¿Qué hacen los gallegos, mientras el resto de la gente cuenta chistes de gallegos? Dinero
Y así es, porque a todos los calificativos anteriores hay que añadirles el de trabajador. No hay más que dar una vuelta por esta ciudad para descubrir los frutos de esa emigración económica.
En fin, que si os queréis divertir un poco durante una pausa del trabajo, buscad en google "chistes de gallegos" y a disfrutar.