martes, 3 de mayo de 2011

Y seguimos con la (pinche, perdón) inserción



Creo que el blog me está sirviendo como tranquilizante o valeriana. Es lo que me ahorro.
El último día contaba mi experiencia con la policía. Pues seguimos en el mismo ambiente.
En México, pese al tráfico que hay, con millones de coches, no hay exagerados problemas para aparcar. En cada supermercado, restaurante, empresa grande hay o un estacionamiento privado o un servicio de valet parking que aparca el coche por una propina.
Esta mañana fui a hacer una gestión a una oficina de uno de los mejores barrios de la ciudad, Polanco (el Serrano del DF). Me dejaron un coche para el recado. Vi sitio libre detrás de un taxi. Miré si había señales de tráfico de prohibido aparcar y nada (ya dije en la otra entrada que no existen). Ahí lo dejé. Detrás de mí, inmeditamente se estacionó un camión. Así que me fui tranquila.
En los edificios de oficinas (aunque sean privadas), tienes que registrar tu hora de llegada y de salida y también dejar una identificación. Por eso sé que tardé exactamente 10 minutos de reloj.
Cuando salí el coche no estaba. Horror. Vuelco al corazón porque no era mío y en esta ciudad lo de la seguridad deja mucho que desear, así que pensé que me lo habían robado. Me quedé sin habla. Di vueltas sin dar crédito a lo que estaba pasando, hasta que a lo lejos veo al de quiosco que me hace el gesto de una grúa. Hijos de su chingada madre. En un país en el que todo es lento, TODO es lento, estos tardaron menos de 10 minutos en llevármelo.
Hablo con el del quiosco y me dice que se lo llevaron porque yo había aparcado delante de un banco y al parecer en este país (también por motivos de seguridad) está prohibido estacionar allí. Y yo como narices lo voy a saber si no hay ninguna señal!
Llamo a la dueña del coche (experta en estas lides) y se prepara para acompañarme hasta el "corralón" y sacar el carro. Mientras busco el taxi para ir a recogerla, vuelve la grúa y en menos de un minuto se llevan otro coche. Me voy hasta su casa (con el susto me monto en el primero que pasa, y cuando ya estoy dentro me doy cuenta de que no tiene licencia, por lo que le rezo a todos los santos).
Nos vamos al corralón. Una procesión de grúas que dejan carros. Para recogerlo, además de pagar la multa de unos 50 euros, hay que llevar copia doble de: carné de conducir, pago de los impuestos del coche, factura del concesionario de la venta del coche y copia de los documentos de circulación del vehículo. Como si uno llevara encima todo eso todos los días.
Esta vez no discutí. Con quién me enfado? No vi al policía que se llevó mi coche (por cierto, tienen comisión por cada uno que levantan). Así que chitón, me quedé con el cabreo todo el día.




PD. Después me dijeron que la concesión de las grúas, pertenecía, Oh sorpresa, al hermano del alcalde...

Lo siento, prometo no volver a contar cabreos en el blog

2 comentarios:

  1. Veo que ya alternas la palabra carro con la de coche... ¡Te vas americanizando!! ¡Ánimo que ya llego yo para defenderte de las injusticias! :-\

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  2. Ya verás, que vas a volver a Italia hablando como la protagonista de los Ricos también lloran ;-)

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