viernes, 27 de mayo de 2011

Lo que no entiendo

Advertencia: esta entrada puede ser malinterpretada y se me podrá acusar de imperialista española, de favorable a la globalización, de sucesora de Hernán Cortés, etc... Pero como dicen aquí: me vale madres...
Juro que lo he intentado. Me he esforzado por facilitar mi integración a través de mi actos. Por borrar el tono golpeado de los habitantes de la Penísnula Ibérica, por introducir las gracias, el por favor, el buenos días, por borrar el coger y el planchar, por no levantar la voz, por sonreír constantemente, por no tener prisas, por acostumbrarme a las dos horas en coche diarias, etc, etc. A la primera semana aprendí que no puedo hacer preguntas sobre ciertas cosas porque eso me llevaría al desequilibrio psicológico. Las cosas no tienen respuesta y listo. No siempre hay un por qué. Son así y son así.
Pero cuesta mucho adoptar esta actitud, porque el punto de vista de mi mirada siempre es el occidental. Y uno no entiende por qué pasan ciertas cosas. Uno no entiende el que si a un taxista le digo que se vaya por la avenida XXX, él opte en ese momento por irse por la ZZZ (y me ha pasado varias veces). Uno no entiende el que le respondan en un puesto de la calle que no tienen un anillo en rojo, si al cabo de un minuto descubre que estaba delante de mí (Pocas ganas de vender?). Uno no entiende que la gente no avise que deja de trabajar en un sitio, sino que simplemente deja de ir a su puesto un día, sin decir nada más. Uno no entiende que si queda con un trabajador (subalterno) a una hora, éste llegue 8 horas después sin dar ninguna explicación. Uno no entiende que me tenga que quitar las gafas de sol en el Palacio Nacional por motivos de seguridad. Uno no entiende tantas cosas. Y he de confesar que esa falta de respuestas me desesperaba.
La luz me la facilitó mi jefe (mexicano por los cuatro costados). Yo veo todo con ojos occidentales (insisto en que me esfuerzo por eliminar todo tipo de prejuicios baratos para captar mejor la realidad) y ellos no se mueven por dinámicas occidentales. Igual que los chinos siguen una lógica confuciana, yo sigo la occidental (o mejor dicho la española), ellos tienen otra en la que lo más importante no es la responsabilidad (entendida como lo hacemos nosotros), sino, por ejemplo, no venderle a un "güero" porque le cae mal, disfrutar de la novia en horarios de trabajo, no confesar su ignorancia sobre las calles de la ciudad, no tener prisa nunca, etc.
Sé que no todos los mexicanos son así, como no todos los catalanes son tacaños o los andaluces vagos. Pero hay muchas cosas que no entiendo y creo que están en la base de su situación económica-social.

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