domingo, 13 de marzo de 2011

Por ser vos quien sois

Venir a México (no me atrevo a decir América porque no conozco el resto de los países hispanoamericanos) es en ocasiones dar un paso atrás en el tiempo y encontrarse con curiosas palabras, costumbres o vicios ya perdidos en España. Y en muchas ocasiones es agradable. En otras, no tanto.
En relación a la lengua, me topo con muchos ejemplos todos los días. El viernes pasado en un mercadillo, el dependiente respondió sobre unos rebozos "Los hubimos, pero ya no los tenemos". Uff, de la época cervantina como mínimo.
En cuanto a los vicios, por desgracia, también los hay. Sigue existiendo un fuerte clasismo, ya casi olvidado en España (en Italia, todavía se encuentra de vez en cuando, sobre todo en el Sur).
En la administración pública, en función de quien seas, así te tratarán. Ya me han dicho en varias ocasiones que en la universidad me debo presentar como doctora para que me hagan caso. No me lo acabo de creer y, la verdad no estoy acostumbrada a presentarme (más que nada porque siguiendo un razonamiento frío europeo, pienso que qué le importa a mi interlocutor si soy española o doctora o lo que sea). Pero no, para conseguir algo lo tienes que hacer.
El otro día fui a la biblioteca del centro en el que estoy. La funcionaria estaba hablando por teléfono con su amiga XXX. Esperé cinco minutos. Como vio que yo no me marchaba, interrumpió su charla y me preguntó qué quería. Le hice un par de consultas. A una me respondió, a la otra me dio largas. Insistí. Se trataba de que ella consultara el catálogo de otra Facultad en internet. Siempre con el teléfono en la mano, su respuesta fue: "Sabe qué, es que desde mi computadora no tengo acceso a otros centros de la UNAM" (sí hombre, y yo me lo creo). Le comento que me parece muy raro e insisto. Al decirle que volveré después de dejar mis cosas en mi despacho, abre los ojos como platos y me pregunta"Pero usted es investigadora?". Sí. "Ay, perdóneme. Nadie me lo había dicho" (por qué te lo tenían que aclarar, pienso yo). Le dice a su interlocutor al teléfono que lo debe dejar y cuelga. "Disculpe doctora, discúlpeme. Dígame qué desea. [...] Como no, claro que sí. Ahora mismo lo busco. Perdone, perdone, perdone". Al final consigo lo que buscaba. Pero si hubiera sido un estudiante cualquiera, un anónimo ciudadano no hubiera obtenido el resultado deseado. Muestra de una sociedad caciquil y corrupta como ésta.
No estoy acostumbrada a ese clasismo, y eso que yo salgo beneficiada (excepto cuando me encuentro con algún mexicano que sigue viendo a todo español como heredero directo de Cortés).
A pesar de Baltar, hemos ido perdiendo esos vicios.

3 comentarios:

  1. Hola Ana, soy Santi y lo primero felicitarte por tu blog. Lo importante, creo, es el contenido y no tanto la forma. Acabamos de llegar de Argentina y también vivimos el día de la mujer trabajadora... Programas enteros de televisión, películas, especiales...en todos lados ofrecían rosas. Desmedido, pero quizás en un país tan machista como Argentina a lo mejor es necesario. Enhorabuena por el blog y nos escribimos. Besos.

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  2. Hola Santi!!!Bienvenido boludo ;-)
    Espero que sigas participando. Disfruta de tu nuevo estado. Besos

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  3. queridisima doctorsssita.... aunque no te guste, te parezca injusto, anticuado, clasista etc... "dejate querer", de alquna manera tienes que compensar todo lo que te costo tu titulo de "doctor", y ya cuando regreses, si vemos que este trato te creo algun tipo de tara, ya te pondremos nosotros el título que te mereces...

    un besote desde concordia....

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